A mediados del 2007 se popularizaron los cigarrillos electrónicos y la moda del “vaping” o vapeo.
Los últimos modelos son recargables, discretos, inalámbricos y pueden ser usados para inhalar varias sustancias incluyendo la nicotina y el tetrahidrocannabinol (THC), ingrediente activo de la marihuana. Los cigarrillos electrónicos funcionan al aumentar la temperatura de un líquido el cual se convierte en vapor y la persona inhala.
Números recientes de la Asociación Americana del Pulmón revelan que el uso de cigarrillos electrónicos aumentó un 80% entre 2018 y el 2019.
Entre los adolescentes existe un pensamiento erróneo donde consideran el vapeo más seguro y menos riesgoso que el cigarrillo tradicional. Adicional, las compañías de estos dispositivos mercadean sus productos a jóvenes adultos a través de colores llamativos con muchos sabores tropicales para llamar la atención.
El humo generado por la mayorías de los cigarrillos electrónicos no tiene olor, por lo tanto pueden ser fácilmente ocultado ante sus padres o cuidadores. Sabemos que un 27% de los estudiantes de secundaria y un 10% de los estudiantes de escuela intermedia en Puerto Rico vapean. Algunos factores importante que debemos tener presentes como padres son la accesibilidad a los productos y la motivación de los adolescentes para utilizarlos ya sea por experimentar, presión de grupo, depresión y/o trastornos de ansiedad.
Dentro de los pulmones tenemos mecanismos de defensa, sin embargo el vapeo inactiva las barrera de protección de nuestros pulmones. Al estar desprotegido de nuestras defensas, aumentan las probabilidades de infecciones respiratorias, como lo es la influenza, y en tiempos recientes el COVID-19. Importante comprender el vapor de agua generado al usar cigarrillos electrónicos no es inofensivo. Estos pueden contener dosis elevadas de nicotina, mayor que los cigarrillos tradicionales.
El uso de nicotina en altas dosis causa dependencia a tempranas edades, aumentando el riesgo de los adolescentes a ser futuros fumadores de tabaco. Igualmente la nicotina puede afectar el desarrollo del cerebro que termina a los 25 años, en especial áreas aprendizaje, estados de ánimo, centro de atención e impulsividad.
El humo y su contenido exponen a las personas a su alrededor a humo de segunda mano como también puede causar exacerbaciones de asma en pacientes, tomando en cuenta que nuestra población tiene una de las mayores prevalencias de asma a nivel mundial.
A mediados del 2019 comenzaron a surgir varios casos de lesiones pulmonares relacionadas directamente con la utilización de cigarrillos electrónicos. Unos 2,602 casos fueron reportados al Centro de Control de Enfermedades, CDC por sus siglas en inglés, con un 16% siendo menores de edad con una edad promedio de 24 años en los pacientes afectados.
La mayoría de los pacientes declararon haber ingerido a través de cigarrillos electrónicos productos que contenían THC. Algunas compañías incorporaron sustancias como la vitamina E, las cuales las investigaciones identificaron como agentes causantes de enfermedad pulmonar relacionada al uso de cigarrillos electrónicos.
Ante el aumento de los casos de daño pulmonar, la nueva enfermedad fue nombrada por el CDC como EVALI (e-cigarette or vaping, product use associated lung injury), por sus siglas en inglés, para describir las lesiones al pulmón asociadas al vapeo.
La mayoría de los pacientes que desarrollaron EVALI eran menores de 35 años.
Los síntomas de EVALI incluyen fatiga, falta de aire, tos con sangre, dolor de pecho, fiebre y escalofríos junto con problemas de baja saturación de oxígeno con un progreso gradual a fallo respiratorio. La mayoría de los diagnósticos fueron confirmados con imágenes radiológicas consistente con daño pulmonar agudo.
Estudios indican que personas cuyo sistema contienen componentes de nicotina, aún de segunda mano, están a riesgo de complicaciones severas, aumento en el número de hospitalizaciones y cuidado crítico. De igual forma existe un aumento en la susceptibilidad de fumadores para contraer infecciones respiratorias, al igual que un aumento en el tiempo de recuperación de tales enfermedades.