La apnea obstructiva del sueño (AOS) es una condición que ocurre cuando hay un colapso parcial o completo de la vías aéreas causando interrupciones en la respiración. El resultado es un sueño de baja calidad que tiene repercusiones sobre el desarrollo, el sistema inmune y la salud en general. La condición se considera más severa a medida que aumenta la cantidad de pausas respiratorias, llamadas apneas, a lo largo de la noche. Algunas fuentes sugieren que hasta un 5% de la población pediátrica puede padecer de la condición.
Existen diferentes manifestaciones dependiendo de la edad del paciente, desde infantes hasta adultos. Clásicamente un paciente adulto llega a la consulta con una queja de somnolencia, insomnio o cansancio excesivo, aun cuando duermen “bien” la noche anterior. Aunque también se pueden apreciar esos síntomas en la edad pediátrica, los niños más bien exhiben falta de atención, dificultades académicas, hiperactividad o problemas de conducta. La presentación tan variada a veces hace difícil llegar al diagnóstico correcto. Por lo tanto, un historial muy detallado de síntomas y quejas es necesario.
En esta población también se ven movimientos del abdomen que no concuerdan con el movimiento del pecho: el pecho se hunde a la vez que se levanta el abdomen, o viceversa. Mientras crecen y entran a la adolescencia, los patrones y las enfermedades del sueño empiezan a ser más similares a las de los adultos, sobre todo si están sobrepeso.
Un diagnóstico certero también previene tratamientos innecesarios.
Por ejemplo, algunos niños con AOS pueden ser diagnosticados erróneamente con Trastorno de Hiperactividad y Déficit de Atención (ADHD por sus siglas en inglés) debido a su falta de atención, pobre desempeño académico y mal comportamiento. Otros pueden ser diagnosticados con narcolepsia por su somnolencia aparentemente excesiva. En ambos casos, puede que los niños sean tratados innecesariamente con estimulantes.
Si algún padre nota los síntomas anteriormente descritos, debe discutirlos con su pediatra para que éste evalúe al paciente y considere enviar las pruebas pertinentes. El estudio correspondiente para AOS es una polisomnografía, mejor conocido como el “estudio del sueño”, donde se colocan en el cuerpo sensores para registrar las ondas cerebrales, los niveles de oxígeno en la sangre, los patrones de respiración y la actividad muscular. El estudio se hace en un laboratorio de sueño, con un cuidador acompañando al paciente. Casi siempre toman toda la noche.
Luego los resultados son evaluados por técnicos y médicos para asegurar que sean fidedignos—un proceso que puede tomar semanas. Al final del proceso, los resultados se discuten con un especialista del sueño o neumólogo para determinar cuáles son las opciones de tratamiento.
La decisión sobre el mejor tratamiento a base de los resultados también depende de la edad, los síntomas y la presencia de otras enfermedades o factores de riesgo. El manejo de pacientes con agrandamiento de las adenoides y/o amígdalas, es el removerlas quirúrgicamente, un procedimiento curativo en el 85% de los casos3.
Otros tratamientos incluyen pérdida de peso, Presión Positiva Continua (llamado CPAP, por sus siglas en inglés), medicamentos como esteroides intranasales, o trabajos de ortodoncia. Para aquellos pacientes llegando a la adultez, la máquina de CPAP es a veces la mejor opción: la máquina se conecta a una máscara que va en la cara y da una presión constante de aire para que las vías respiratorias no colapsen. Este equipo puede parecer incómodo al principio pero da resultados excelentes una vez se acostumbran. No importa qué terapia se escoja, un buen manejo de la condición es importante porque puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y la salud del menor a largo plazo, incluyendo la salud mental y emocional.