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Cómo enseñarle a mis hijos a ser agradecidos

By February 27, 2020 No Comments
Por: Carla Aguilú, M.S. Estudiante de Psicología en Práctica Clínica en la Fundación Santa María de los Ángeles

Yariza Cartagena Vélez, Psy.D.

La cultura puertorriqueña se caracteriza por celebrar múltiples días festivos, en donde el principal mensaje es dar gracias.  Si le enseñamos a nuestros pequeños y pequeñas a apreciar las cosas de manera espontánea, serán más receptivos hacia lo que el mundo les pueda ofrecer. Incluso, a lo que puedan aprender de sus padres, familia, maestros y amigos; creando un espiral ascendente de sentimientos positivos que generan gratitud. La gratitud es el aprecio que sentimos cuando alguien ha hecho algo agradable o útil por nosotros, o cuando reconocemos las buenas cosas que nos pasan y las personas buenas que nos rodea. También se define como un sentimiento de agradecimiento y alegría por recibir un regalo de una persona específica o un momento de gozo producido por algo bello.  Cuando las personas son agradecidas, normalmente lo expresan de forma verbal, a través de una carta o físicamente (con un abrazo, un beso, estrechando la mano o con lágrimas) a aquellos a los que tienen algo que agradecer.  La gratitud hace que apreciemos las relaciones valiosas que hay en nuestra vida, fomenta la amabilidad de nuestros benefactores y nos motiva para ser agradecidos con ellos e incluso con todos los demás.

La gratitud es un valor enseñado en el hogar, y está relacionado con la satisfacción de la vida.  Las investigaciones demuestran que los jóvenes con relaciones familiares satisfactorias son más agradecidos. Experimentar la gratitud y llevarla a la práctica promueve relaciones sociales positivas y alimenta el trato confiado con los demás. El esfuerzo de los padres de enseñar la gratitud vale la pena, dado que comporta beneficios psicológicos y sociales, que los preparará para que se conviertan en adultos que se preocupan por los demás. Es posible educar a los niños y niñas como proponemos, pero exige dedicación. Necesitamos darle prioridad a este objetivo.  Conseguir educar en la gratitud requiere que:

1              creas que es una meta que vale la pena,

2              aprendas lo que tienes que hacer,

3              pongas un esfuerzo semanal e incluso diario para conseguirlo y

4              te comprometas con este objetivo durante un largo período de tiempo, como con los demás aspectos de la educación de tu hijo o hija

Es muy importante que para que un niño o niña aprenda a ser agradecido, se enseñe desde casa y sean los padres los mejores maestros. Es necesario que desde que los niños empiezan a tener entendimiento puedan aprender qué significa serlo, puesto que esto es un aprendizaje continuo. Si el niño o la niña aprende a identificar sus sentimientos desde los tres años, entenderá mejor los pensamientos y creencias a los cuatro, y estos dos factores le harán entender mejor el concepto de gratitud a los cinco. Pero ¿cómo hacerlo?

  1. Ayudar a tu hijo a conectar con las emociones positivas: Las emociones nos transmiten una información importante sobre nuestro entorno. Por ejemplo, si estamos enfadados, quizás alguien nos haya frustrado o algo no salió como se esperaba, pero cuando estamos contentos, no siempre pensamos en el porqué. Cuando se trata de emociones positivas, simplemente disfrutamos, porque son una señal de que las cosas van bien. Cuanto mejor comprendemos por qué nos suceden las cosas buenas, más fácil es sintonizar con las posibles fuentes de gratitud. Una tarea que se puede realizar con los niños para fomentar la conexión con las emociones positivas es dialogar por qué les suceden cosas buenas y lo que provoca en las personas. Esta estrategia ayuda a comenzar conversaciones con los niños, esto permite hacerlos conscientes de sus actos y poder identificar las relaciones personales para el menor. Todas las personas pueden beneficiarse al hacer un esfuerzo para mostrarse agradecida a diario. Otra estrategia para que esté en contacto con las emociones positivas y pueda desarrollar la gratitud es tomando conciencia de lo bueno de la vida, realizando una lista de al menos tres cosas por la que se siente agradecido o agradecida. Esta estrategia aumentará el compromiso a diario de realizar cosas buenas por las cuales se sentirán agradecidos/as.
  2. Ser un modelo ejemplar: Los niños y niñas aprenden por imitación y ejemplo de los padres o cuidadores. Por tanto, si los hijos/as escuchan a los padres decir gracias a menudo en todos los contextos: a la pareja, a los hijos, en el supermercado, o en cualquier circunstancia; el menor comenzará a entender la importancia que tiene el ser agradecido agradecida.  Una estrategia para llevar a cabo un buen ejemplo es en la hora de comer en familia, agradezca por los alimentos y a la persona que cocinó; en las mañanas de camino a la escuela, agradezca a su hijo por cooperar en la preparación para ir a la escuela.  De esta forma estás motivando a tu hijo o hija y a su vez demostrándole gratitud.
  3. Enseñar bondad: La bondad es parte de la personalidad, pero hay que potenciarla para que no quede enterrada. En este sentido es bueno provocar la bondad en el interior realizando cosas buenas por los demás.  Por ejemplo, ayudar a los demás suele mejorar el ánimo, aumentar el optimismo y nutrirnos con una sensación de auténtica gratitud.  Como también, ayudar a alguien menos capaz puede hacer que apreciemos y agradezcamos más nuestras habilidades, nuestros conocimientos, nuestras competencias y nuestros puntos fuertes.  Se puede ayudar realizando tareas con su hijo. Por ejemplo, un recogido con consciencia para donar juguetes, ropa, zapatos, entre otras cosas.  Esta tarea les hará darse cuenta de las cosas que tienen, podrán valorar más su vida, practicarán la bondad y sentirán el agradecimiento de los demás.

Ser agradecidos es imprescindible también para poder trabajar la empatía hacia los demás y la compasión hacia uno mismo. Un niño que aprende a ser agradecido sabrá que sus acciones serán valoradas, se esforzará para conseguir buenos resultados sin ser demasiado exigente consigo mismo, porque sabe que si se esfuerza lo suficiente la recompensa llegará sola.

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